“La energía es invisible hasta cuando nos falta”, así resume María Paula Moreno, directora de la Alianza Caribe Potencia Energética, la dimensión esencial de este servicio para el bienestar humano. En una conversación en Visión Caribe: Energía Con Propósito, reflexiona sobre la contradicción entre el enorme potencial energético del Caribe colombiano y la persistente pobreza energética que afecta a la mayoría de sus departamentos.
Moreno advierte que no se trata solo de encender una luz. “La energía no es un fin en sí mismo, es un habilitante de calidad de vida. Donde hay energía, hay educación, hay salud, hay transporte, hay comercio. Cuando este servicio falla, lo que realmente está en riesgo es la vida digna de los ciudadanos”, señala.
En ese sentido, destaca la existencia del Índice de Pobreza Multidimensional Energética, una herramienta desarrollada por Promigas que demuestra cómo el acceso precario o costoso a la energía incide directamente en el desarrollo de las comunidades. “Hay una relación directa entre no tener energía de calidad y estar por debajo de los indicadores mínimos de salud, educación y habitabilidad”, explica.
Uno de los puntos más sensibles que expone es el costo del servicio. “En el Caribe, muchas familias tienen que escoger entre pagar la luz o mandar a sus hijos al colegio. Eso genera inequidad. Un servicio habilitante no puede convertirse en una barrera para el desarrollo”, afirma.
La directora también plantea la gran contradicción que vive la región: “El Caribe alberga el 70% del potencial energético del país. Tiene recursos fósiles, gas, minerales para la transición, y todo el portafolio de energías renovables. Sin embargo, seis de sus siete departamentos están por encima de la línea nacional de pobreza energética”. Solo el Atlántico se encuentra por debajo del promedio, mientras territorios como La Guajira registran que más de la mitad de su población nunca ha tenido acceso a la energía o la recibe de forma deficiente.
Para Moreno, esta situación alimenta la resistencia social frente a proyectos energéticos, incluso los de fuentes renovables. “Es comprensible. El Caribe pone el territorio, el recurso, asume los impactos… pero no ve los beneficios. Si queremos aprovechar su potencial, lo primero es garantizar que el Caribe sea el principal beneficiario”, enfatiza.
Desde la Alianza Caribe Potencia Energética, la apuesta es clara: pasar del diagnóstico a la acción. “Esta es una plataforma multiactor donde confluyen empresas, gremios, academia, sociedad civil, gobiernos y cooperantes internacionales con un objetivo común: garantizar que Colombia cuente con un sistema energético confiable, seguro y sostenible, y que ese desarrollo comience por beneficiar a las comunidades que hoy viven en la precariedad”, señala.
La Alianza también trabaja en generar conciencia ciudadana sobre el uso responsable de la energía y promover una cultura de eficiencia desde el hogar. “Todos podemos ser parte de la solución. La energía no es infinita y los efectos de su escasez ya los hemos vivido. Es momento de asumir responsabilidades como usuarios y ciudadanos”, concluye Moreno.
La invitación está abierta: quienes quieran sumarse al propósito de transformar al Caribe en el motor energético de Colombia y al mismo tiempo mejorar la vida de sus habitantes, pueden encontrar en la Alianza un espacio para construir soluciones con impacto.