Comunidades, empresas y gremios: alianza clave para la transición energética en el Caribe

A pesar de su gran potencial, la región enfrenta retos culturales. A continuación, las experiencias de 4 actores que logran superar estos desafíos, a través de la colaboración y el diálogo.
Comunidades, empresas y gremios: alianza clave para la transición energética en la región | Foto: IPSE

En los últimos años, las empresas y gremios del sector energético, han enfrentado retos ambientales y territoriales en la región Caribe del país. En ocasiones, estos desafíos derivan en el retiro de importantes proyectos, afectando no solo a la transición energética, sino también a las economías locales.

La multinacional EDP Renewables, encargada de los parques eólicos Alpha y Beta en La Guajira, por ejemplo, anunció su retiro del país en diciembre de 2024, debido a presuntos retrasos en las licencias ambientales y a dificultades en las consultas previas con las comunidades.

A pesar de los esfuerzos del Gobierno Nacional por destrabar estos proyectos, afirmando que contarían con apoyo interinstitucional, la empresa mantuvo su decisión.

Las tensiones a menudo aumentan por la falta de claridad en las normativas y la insuficiente comunicación entre las partes. Sin embargo, también existen casos de éxito que resaltan las buenas prácticas en el relacionamiento con las comunidades del territorio.

Un caso es el de la Asociación de Energías Renovables, SER Colombia, que lidera esfuerzos para mejorar la interacción entre empresas y comunidades tales como:

  • Garantizar la participación equitativa de las comunidades en los estudios ambientales.
  • Respetar los derechos territoriales y culturales de las comunidades indígenas.
  • Capacitar tanto a las empresas como a las comunidades en los procesos de consulta previa.
  • Diseñar estrategias de inversión social anticipada que beneficien directamente a las comunidades antes de iniciar la ejecución de proyectos.

Además, la asociación impulsa protocolos de relacionamiento territorial que enfatizan la empatía hacia las comunidades y el uso de herramientas claras para la comunicación de impactos y beneficios. Por ejemplo, implementan proyectos «promotores» con alto impacto social y bajo costo que ayudan a generar confianza antes de implementar grandes iniciativas energéticas.

Estos proyectos también buscan involucrar a las comunidades en actividades que promuevan su desarrollo económico y social.

Según voceros de SER, para la organización es crucial que las comunidades no solo sean consideradas como beneficiarias, sino también como aliadas estratégicas en la planificación y ejecución de proyectos. Esto implica reconocer su rol como guardianes del territorio y valorar su conocimiento ancestral en la gestión de los recursos naturales.

Otro caso notable es el de Enerfin, que a través de su filial Planta Solar Sahagún SAS, logró acuerdos significativos con los cabildos indígenas Zenú en Córdoba. Este proceso permitió la construcción del Parque Solar El Espino, con 200 megavatios y 833 hectáreas que benefician a más de 1.300 familias mediante la creación de empleo y proyectos productivos. 

En esa misma línea, AES Colombia diseñó un modelo de relacionamiento basado en el bienestar y el fortalecimiento de la gobernanza comunitaria, con un enfoque especial en las comunidades indígenas Wayúu. Este modelo prioriza la creación de planes de vida en colaboración con las comunidades, los cuales permiten identificar necesidades en educación, salud, acceso a servicios básicos, vivienda y desarrollo productivo. Hasta la fecha, se han beneficiado aproximadamente 3.157 personas.

Así mismo, se destaca la implementación de proyectos como puestos de salud con enfoque diferencial, infraestructura educativa, becas universitarias, plantas de desalinización de agua y huertas comunitarias. El modelo incluye iniciativas dirigidas a empoderar a la mujer a través de programas de capacitación y educación, promoviendo su liderazgo en la gestión de recursos y proyectos comunitarios.

Paralelamente, la empresa creó la Academia AES, que se ha convertido en un pilar estratégico para empoderar a las comunidades mediante formación en temas como estructuración de proyectos, liderazgo, contabilidad, gestión de recursos e innovación.

El mismo ha capacitado a 108 personas, el 70% de las cuales son mujeres, pertenecientes a 25 comunidades. Como resultado, se formularon 8 proyectos comunitarios que buscan promover la sostenibilidad económica y social del territorio. A ello se suman 64 personas graduadas del diplomado de «Estructuración de Proyectos» impartido en alianza con la ESAP.

Estas iniciativas no solo fortalecen la autonomía de las comunidades, sino que establecen bases sólidas para el éxito de los proyectos energéticos en la región Caribe, resaltando la importancia de un enfoque colaborativo y sostenible en la transición energética​.

Vale la pena, también, destacar el caso de Naturgas, que llega a La Guajira con proyectos que, según la comunidad Wayúu, son beneficiosos para las familias.

“Es una ventaja que el gas pueda llegar a las comunidades. Ya que en épocas de lluvia y ola invernal para nosotros es muy complicado conseguir leña. Contar con este servicio en las comunidades sería un privilegio”, asegura al respecto Mónica Barros, lideresa Wayúu.

Según Luz Stella Murgas, presidenta de la compañía, es fundamental entender las condiciones del país y así mismo, aprovechar los recursos naturales disponibles.

«El reto está en trabajar de manera articulada para destrabar los cuellos de botella. La transición energética es de todos», agregó.

La experiencia de estas empresas y gremios demuestra que el éxito en la implementación de proyectos energéticos no depende únicamente de factores técnicos o financieros; también del compromiso, respeto y la colaboración mutua con las comunidades locales.

Si bien la región Caribe enfrenta retos significativos, también tiene el potencial de convertirse en un modelo de inclusión y sostenibilidad para el resto del país. Para ello, es fundamental que las empresas y gremios adopten buenas prácticas de relacionamiento comunitario y prioricen el diálogo intercultural como una herramienta estratégica para una transición energética justa y sostenible.

En última instancia, una transición inclusiva no solo fortalecerá al sector energético, sino que también contribuirá al desarrollo social y económico de las comunidades.